Son poco más de las 2:30 de la tarde y la calma que podría esperarse de un día común bajo el influjo del invierno cubano desaparece, en medio del parque de la Libertad. Allí, concentradas para cruzar hacia la Sala de Conciertos “José White”, un centenar de personas esquiva motos eléctricas y autos particulares mientras apuran el paso para llegar al concierto.
Adentro, Joel Barbosa de Oliveira, director de la Orquesta Cristiana de Brasil y uno de los músicos más eminentes de ese país, ensaya parte del repertorio concebido para la ocasión. No es la primera vez que viene a Cuba ni a Matanzas, pero esta presentación al frente de la Orquesta Cristiana de Cuba, junto a jóvenes y estudiantes en su mayoría, lo llena de emoción.
Barbosa, 64 años, profesor de la Escuela de Música de Brasília, viste esta tarde de fin de año, instantes antes del Gran Concierto de Navidad, pantalón y zapatos negros y un pullover gris que le permite moverse con comodidad mientras sube y baja los brazos marcando el “tempo”, el compás y la entrada de los solistas. Acaba de ensayar su tema Olga Blanco Rodríguez y la potencia de la orquesta apenas permitió escucharla. Una de sus compañeras se acerca y le dice que ya pidió al sonidista un poco más de referencia porque el cierre de la orquesta “se come” todo el audio.
Barbosa concluye el ensayo e intenta transmitirle calma a los jóvenes, diciéndoles que disfruten la música, que lo más importante es el mensaje de amor transmitido a través de ella. Les desea suerte.
Cuando regresa al escenario, 15 minutos después, la sala totalmente llena lo ovaciona y con los acordes de “Christmas Choral Fantasy” arranca el concierto.
Unos 12 temas, en su mayoría con arreglos propios, transcurren durante poco más de una hora. Se trata de una selección para tenores, escogida de conjunto con los músicos de la orquesta para la ocasión que deja a todos conmovidos.
Como de costumbre, la voz de Lucelsy Fernández se apodera de la sala al ritmo de Tenemos esperanza, y ya para su segunda presentación será Barbosa, definitivamente impresionado, quien la reverencie.
Lo mismo hace con Olga, aunque la referencia que señaló en el ensayo no haya sido suficiente; y luego con Vanessa Herrera, Lía Marina Betancourt, Susana Pimentel, José Miguel Alfonso y Reynaldo Montalvo, quienes ocupan por única vez los cinco micrófonos dispuestos en la sala esta tarde.
Dueño de una humildad que lo hace aún más grande, Barbosa no deja de aplaudir y transmitir seguridad a los jóvenes músicos que lo observan con atención desde el escenario.
Con la emoción mientras pide tonos más agudos, con la pausa necesaria sobre la partitura, entre ritmos cubanos y acordes brasileños, el mensaje de amor que inspira la navidad y una sonrisa inmensa mientras reverencia a los músicos, finalizó el concierto.
Después vendrán los aplausos sostenidos, el público de pie, flores que regalará a las violinistas de la orquesta, autógrafos, fotos, videollamadas y mucho agradecimiento antes de partir hacia La Habana para presentarse nuevamente, este miércoles 20 de diciembre, junto a los músicos de la Orquesta en el Teatro Nacional de Cuba.
“Matanzas fue la primera ciudad cubana que visité, hace más de 20 años. Vine por primera vez en 1995 y luego he sido invitado en otras ocasiones. Tengo un vínculo muy especial con Cuba y este concierto ha sido una experiencia increíble, al tocar con estos músicos tan talentosos”, explicó Barbosa
“Creo que fue también un intercambio muy especial el poder compartir piezas con sonoridades que por sus vivencias son poco conocidas, entonces también desde la parte pedagógica creo que fue muy bueno”, concluyó.
