Esta figuración comienza de atrás hacia delante.

Son las 12 del día. Finaliza la función de la obra Soñar con los ojos abiertos, dirigida y escrita por Rubén Darío Salazar, Premio Nacional de Teatro 2020. Una oleada de niños y padres salen de la sala, colmada minutos antes para apreciar la última puesta de Teatro de las Estaciones.

Las ideas están aún frescas, así que resulta oportuno preguntar al azar a los pequeños qué le gustó de la representación. Unos dicen “me encanta el baile”, “estaba cómico y lindo”, “a mí los trabalenguas”; otros “los títeres” “la danza”, “las canciones”…

Entonces, ¿qué propone el Centro Cultural Pelusín del Monte en Matanzas a los niños y niñas de la Atenas de Cuba?

Mucha ilusión se ofrece en este concierto performático, con canciones, bailes y juegos. La voz esplendorosa de la soprano Lucelsy Fernández, acompañada por el quinteto Vida, anima el espectáculo titiritero, al cual se suma la danza y la diversión con adivinanzas, retahílas y trabalenguas.

Los muñecos se apropian del escenario con su gracia y regocijo en manos de los expertos actores de la agrupación.

Cada cuadro simboliza una bella historia con apoyatura vocal y musical. Títeres, bailarines y filarmónicos crean una atmósfera mágica. Hay momentos en que se conjugan la coreografía, la intrepidez de los movimientos de actores-muñecos con la interrelación del elenco musical como sucede en la historia-juego del payaso Azuloso con la muñeca Dorita y en el divertimento de Pelusín con su abuela, lleno de cubanía, el cual enfatiza la porción lúdica y traviesa del montaje. Los niños ríen y se recrean con sus ocurrencias.

El seguir la estructura de un concierto musical, con sus pausas, entradas y salidas de “personajes” y el rompimiento cuando se presenta el elenco, se corresponde con el propósito artístico de la puesta en escena.

El trabajo con el vestuario, la escenografía y muñequería del maestro Zenén Calero, Premio Nacional de Teatro 2020, acrecienta la visualidad y la imaginación de los espectadores en función con los argumentos sugeridos por las melodías. En cada montaje de Estaciones ilumina el tablado, la refinada producción del taller El Retablo.

Las imágenes son arrobadoras, acrecentadas por la banda sonora, rica en modulaciones por parte de la joven lírica y la excelente interpretación de los músicos, devenidos actores: Roselsy Fernández, piano y dirección del quinteto; Belsy Flavia Aguiar, violín; Doly Díaz, oboe; Dayán Mirabal, cello; y Liz María Santana, guitarra y bajo.

La entrada de los bailarines con sus vistosos trajes deslumbra a los pequeños. El dueto de Fernanda Martínez y Yadiel Durán, coreógrafo del espectáculo, resalta por su expresividad.

Coronan la exhibición histriónica los títeres, evocadores de ficciones anteriores, llenas de ternura y a la vez de esa picardía que caracteriza al cubano para hacerlo único en el mundo. Efectos singularizados gracias a la destreza de los actores Iván García, Arlettis González, Sonia Cobos y Midgalia Seguí.

El alcance de la obra permite enaltecer la cultura cubana y universal pues se escuchan música y textos de intelectuales insignes: José Martí, Nicolás Guillén, Mirta Aguirre, Rodrigo Pratts, José María Vitier, Teresita Fernández, Bárbara Llanes, Elvira Santiago, David Chericían, Luis Caisses , Norge Espinosa y otros clásicos como el mexicano Francisco Gabilondo, el español-peruano Heriberto Trejo y la costarricense Carmen Lyra.

Soñar con los ojos abiertos, de Rubén Darío Salazar, es una obra de refinado gusto, en la cual se aprecia la refulgencia de la voz de Lucelsy, junto a la música instrumental en ese enlace armonioso con las artes escénicas, gracias a la señoría visual e interpretativa del grupo Teatro de las Estaciones.