«Lo personal en el beisbol no cuenta, lo que importa es lo colectivo, y nos fue mal»
Autor: José Llamos Camejo, enviado especial | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
César García cumplió su labor. Foto: Calixto N. Llanes
Caracas, Venezuela.–De la Serie del Caribe salió con su brazo de lanzar elogiado hasta por sus rivales, pero a Cesar García le duele el pecho. Aunque no lo dijo, tampoco pudo disimularlo en la entrevista con Granma. Nada de lamento, justificación ni pretextos tras el infortunio de su equipo en la recién finalizada Serie del Caribe de Beisbol.
No anduvo con rodeos, «fallamos», repetía lacónicamente, pese a que su par de escaladas al montículo –frente a Gatos salvajes, de Curazao, y los puertorriqueños Indios de Mayagüez–, lo ubican entre lo más loable de Cuba en la cita.
Otros en su lugar podrían sentirse conformes, pero, «yo no» –dice–, «lo personal en el beisbol no cuenta, lo que importa es lo colectivo, y nos fue mal. Aún creo que podíamos ganar varios juegos y, al menos, llegar a semifinales. «Duele, pero, por lo que pasó no vale escudarse en pretextos; mejor es levantarse y seguir.
—¿Pudiste estudiar con antelación a los bateadores contrarios?
–«A los de Curazao los había visto en la Copa del Caribe; después, en Róterdam, vi a los otros. A los que juegan en Grandes Ligas los observé por televisión. Son bateadores agresivos, vienen siempre a pegarle duro a la bola; si le abres con lanzamiento malo, y no le tiran, le hacen swing al segundo, venga como venga; yo me propuse contrarrestar su poder».
–¿Cómo?
–Con el rompiente, lo pongo donde yo quiero. Me dije, aquí no va a repetirse lo de unos días antes, en La Habana, cuando el equipo del Clásico me conectó bien sobre rectas; de los golpes se aprende.
Me sentí presionado en la primera salida; no es fácil lanzarle a hombres como Simmons, Schoop, Balentien, que están o pasaron en Grande Ligas. Pero logré dominarlos.
A los de Puerto Rico no los conocía, mi entrenador sí los tenía caracterizados, y me alertó sobre cada uno de ellos. Seguí sus consejos y definí con mi mejor arma: el rompiente.
–Max Oliveras, mentor de Puerto Rico, dijo que los hiciste lucir mal.
–Pero, ya ves, no sirvió de nada; ese juego lo perdimos por una carrera. Tenemos que analizar lo que nos pasó, para que no se repita.
