Decepción, frustración, desesperanza, fueron los sentimientos que colmaron la mañana de este jueves a los aficionados cubanos, cuando la Selección Nacional cayó por segunda ocasión consecutiva, en el Quinto Clásico Mundial de Béisbol.

En la pizarra, el marcador final de seis carreras por tres en extrainning. En el terreno, un equipo italiano superior en todos los sentidos que supo aprovechar cuanto falló y no se hizo en el conjunto antillano; además, realizaron un scouting formidable para no dejar nada a la imaginación.

Con ese resultado los cubanos se encuentran al borde de la eliminación a estas instancias, por primera vez en la historia del torneo con los esperados Grandes Ligas incluidos.

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Buscar explicaciones a estas alturas suena descabellado, de hecho lo es, pero saltan a la vista las dificultades, y la débil ofensiva es una de las más llamativas, a la que se sumó, en el partido de hoy, el excesivo toque de bola en el turno al bate de hombres en buena situación de juego.

El mánager Armando Johnson declaró, en conferencia de prensa, que esta estrategia surgió a raíz de las poca ofensiva mostrada por el equipo.

Su valoración del partido reafirmó que, a pesar de las derrotas, “los muchachos han peleado hasta el último out, pero no se pudo alcanzar la victoria”. Estar ahora mismo en sus zapatos debe ser de las tareas más difíciles, porque, como decía, las explicaciones a estas alturas sobran.

El manejo del bullpen fue otra de las notas discordantes y los ases bajo la manga (Liván Moinelo y Raydel Martínez) no tuvieron su mejor jornada. Como si todo conspirara en nuestra contra y los dioses del béisbol se negaran a devolvernos el orgullo.

De los dos partidos celebrados, quedémonos con algunos Cocodrilos que sacaron la casta y lograron poner a soñar a muchos, entre ellos Yadil Mujica frente a Países Bajos, impulsor de las dos anotaciones del equipo en ese encuentro.

Erisbel Arruebarruena puso la nota destacada entre los yumurinos en el segundo partido, pues llegó a tercera por imparable y error del jardinero, anotando la primera de Cuba en el séptimo.

En la octava entrada, el Grillo hizo de las suyas e impulsó el empate levantando de sus asientos a creyentes y escépticos, pero no fue suficiente, porque dos o tres golondrinas, o Cocodrilos, no componen veranos y mucho menos victorias.

Con las esperanzas desvanecidas no tiene sentido recriminar la poca productividad de los jugadores pertenecientes a la MLB y las fallas que se repiten incluso con caras nuevas: en la defensa, detrás del plato y a la hora de tomar decisiones.

No hay casi nada que reprocharle al picheo, una de las fortalezas y de los pocos placeres que hemos disfrutado, pues el tacto y la calidad de nuestros lanzadores evitaron males mayores.

Solo resta esperar que ocurra un milagro y los astros se alineen, para que la matemática nos cuele en la segunda ronda, mientras esperamos transformaciones de este lado y no seguir escarbando en el lodo de las decepciones.