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¿El legado del Clásico?: Un cuarto lugar gigante

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Ferrer y Santos. Foto: Tomada del perfil de Facebook del autor.

Para muchos, la última imagen de la selección cubana en el V Clásico Mundial de Béisbol fue una derrota 14-2 sobre Estados Unidos en un repleto LoanDepot Park de Miami. Para la mayoría, la huella mayor de esos peloteros en el evento había quedado sellado antes de salir al terreno, pues habían vuelto a ilusionar un pueblo con sus pasión más querida. Su cuarto lugar es Gigante, sin que signifique complacencia. En lo adelante, todo será más difícil.

El partido contra los monarcas del 2017 resultó imposible de levantar porque lo mejor que tuvimos en todo el torneo nos falló: el pitcheo. Y era previsible entonces que Mookie Betts, Mike Trout, Nolan Arenado, Trea Turner, Paul Goldschmidt y compañía se dieran banquete con el madero, en tanto nuestra producción de carreras pareció encallarse desde un primer inning en el que apenas facturamos una carrera tras llenar las bases sin outs.

Pero este encuentro, con matices tan variopintos y extremos más allá del deporte (el odio visceral y la mala reputación mostrada por una parte del exilio); con algún que otro error táctico de la dirección (cambio de Roennis sin mucha explicación en el tercero, intento de toque de bola apresurado o no sustitución de algún bateador emergente, etc), no empaña la página más trascendente de nuestro equipo en el torneo.

En cualquier recuento serio y justo no pueden faltar nombres imprescindibles en este retorno a los cuatro grandes, tras 17 años de espera luego de la plata del 2006. Un capitán inspirador en momentos claves como Alfredo Despaigne; un Yoan Moncada deseoso de vestir las cuatro letras con su ofensiva aterradora; la alegría contagiosa de Yadir Drake en el campo y en las redes sociales; la exactitud de Liván Moinelo y Raidel Martínez en los relevos o la oportunidad de oro de Yoelkis Guibert ante Australia.

Tampoco podremos olvidar la labor monticular de Miguel Romero (su relevo contra Panamá fue el punto de giro del equipo); el arrojo de Yariel Rodríguez en sus dos aperturas; el liderazgo con experiencia de Roenis Elías, la pimienta edulcorada con su ofensiva de Roel Santos y Yadil Mujica; y la integralidad de Luis Robert Moirán y Ariel Martínez sin que brillaran al 100 por ciento; por solo mencionar los regulares y los de mayor protagonismo en estos seis juegos.

Para el mentor Armando Johnson palabras fieles también. Cumplió un libreto que predijo siempre: hubo especialización de pitcheo, jugaron los que mejores estuvieron y se trató de producir carreras de todas las maneras posibles. En sus hombros recayeron decisiones polémicas como cambios de lanzadores, sustitución de un bateador o toques de bola inesperados. Pero el pinero las asumió con la misma humildad y valentía que aceptó dirigir el equipo que más directores de calle tiene en Cuba.

Ojalá que esta alegría inmensa que nos hicieron vivir a todos los cubanos (estén donde estén) se traduzca en el tironazo ideal y definitivo al béisbol interno. El espejismo de la plata del 2006 en un Clásico nos afectó grandemente, aunque todos vivimos con luces infinitas aquel momento.

Tantas horas de esfuerzo, trabajo, dedicación, entrega y amor por la pelota que implicó la preparación, organización y unidad de este colectivo (histórico por demás al unirse peloteros con experiencia en Grandes Ligas, otros circuitos profesionales y los de nuestras Series Nacionales) pueden valorarse hoy como tarea felizmente cumplida.

Un balance final de tres victorias e igual número de derrotas complace como punto de partida para un año en el que enfrentaremos otras competencias internacionales sin la integración de peloteros profesionales que tuvimos en este grupo: Juegos Centroamericanos y del Caribe y Juegos Panamericanos como los más retadores. Lo que hagamos allí nos enseñará si aprendimos bien las lecciones del Clásico.

Han sido días de marzo para celebración y cubanía. Este selección nos ha devuelto los sueños perdidos en mucho tiempo y hasta nos emborrachó de emociones y optimismo. Toca recibirla con aplausos, abrazos y la felicidad de quien agradece insomnios y presión arterial alta. Es un cuarto lugar Gigante. Por la estatura moral de esos peloteros y porque ser gigante en el béisbol mundial hoy a partir de las condiciones socioeconómicas de Cuba es doblemente meritorio y a ratos increíble.

El feliz retorno a la Patria es orgullo para todos. El legado del Clásico comienza ahora.

(Tomado del perfil de Facebook del autor)

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