“Luego de percibir los avances en esos estudiantes que llegan con tantas dificultades de aprendizaje, se experimenta una satisfacción muy grande. Y esos resultados no son más que los frutos de nuestra entrega”, confiesa la maestra Irma González Troya.
Y es que la enseñanza en una escuela de este tipo, al tiempo que constituye un reto para los educadores, les ofrece la gratitud y el cariño desmedido de quienes nunca olvidan el tesoro del conocimiento depositado con tanta paciencia en sus manos.
MI ESCUELA, MI CASA
Con una matrícula de 64 estudiantes la escuela se encuentra enclavada en el Consejo Popular El Cuba e incluye tres aulas anexas en los poblados de Pedroso y Bolondrón.
A partir de los ajustes curriculares correspondientes de acuerdo con las necesidades de los alumnos, cuyo diagnóstico de discapacidad intelectual puede ser leve, moderado o agravado, la escuela especial sigue el mismo sistema educacional de la enseñanza primaria.
Las acciones constructivas ejectudas en el centro, contribuyen al confort y cumplimiento de las medidas sanitarias.
Rebeca Díaz León, jefa de Enseñanza Prescolar y Especial en la Dirección municipal de Educación, explica que el centro cuenta con psicopedagogas a tiempo completo para ayudar a los pioneros a desarrollar o compensar procesos psíquicos del pensamiento como la abstracción, generalización, atención, pensamiento, memoria e imaginación.
Asímismo, se imparten otros dos talleres, el de Confecciones y el de Técnicas Básicas Agropecuarias, los cuales a partir de los doce años, los preparan para la vida adulta independiente.
“Además de las clases, los niños reciben tratamientos logopédicos y psicopedagógicos, ya que casi siempre la discapacidad intelectual se encuentra asociada a un retraso del lenguaje o dislalia, simple o compleja”, explica la logopeda Nieves Hernández Morales.
“Comencé a trabajar aquí hace 26 años, primero como maestra, y me llena de satisfacción ver a los alumnos que han pasado por aquí y pensar cuánto he podido aportar a su desarrollo”, agrega.
EN TIEMPOS DE COVID
Pero unido al proceso docente educativo, este curso los alumnos y trabajadores del centro disfrutan de un espacio más atractivo y confortable, gracias a las acciones constructivas llevadas a cabo para garantizar el exitoso inicio del curso escolar 2020-2021.
El taller de Educación Doméstica prepara a los alumnos para la vida adulta independiente.
“Las labores incluyeron el techado del área de la cocina-comedor, la rehabilitación de las redes hidrosanitarias, instalación de una turbina, dos tanques en alto para garantizar el agua las 24 horas del día y la sustitución de la carpintería de un bloque docente, además del embellecimiento y pintura del centro”, resalta su director Justo Rafael Pita Suárez.
El autofocal y pesquisaje diario, así como la desinfección de manos y superficies, cambio del nasobuco y distanciamiento social, son algunas de las medidas que también incorporan a sus rutinas estos educandos.
“Además realizamos la divulgación, porque la escuela tiene que influir también en la familia. El papel de los maestros es fundamental para que tales procedimientos sanitarios también lleguen a las casas”, señala el director.
Pero, en el empeño de cumplir como el resto de las instituciones educativas con cada orientación ministerial frente a la pandemia, la escuela también potencia el aprovechamiento de las áreas antes ociosas.
En un espacio de 0,40 hectáreas el organopónico ya multiplica los frutos del trabajo colectivo. Trece alumnos contribuyen a su cuidado mediante uno de dichos talleres, donde obtienen para el autoconsumo habichuela, plátano, quimbombó, ajo y otros productos.
Tras recorrer el organopónico, el taller doméstico, el aula de Educación Física y Artística, las habitaciones y cada área de esta institución es notable el esfuerzo cotidiano. Y es que en la Escuela Especial Jesús Menéndez trabajadores y padres se empeñan en el afán de regalar a sus pequeños la dicha de aprender.
