Por. Jeidi Suárez García, Radio 26.
Todavía conservo entre mis recuerdos más preciados aquel reportaje por el que conocí a Abdel. Entonces él tenía apenas siete años y sus décimas de niño-poeta conquistaron mi corazón de inmediato.
Abdel Iturbides García asiste aún a la consulta de fibrosis quística en el Hospital Pediátrico Provincial Matanzas "Eliseo Noel Caamaño" y desde el diagnóstico de dicha enfermedad crónica hereditaria -que se caracteriza por la insuficiencia respiratoria y pancreática- él, como el resto de los pacientes que la padecen en Cuba, recibe de forma gratuita todas las atenciones necesarias.
Su mamá Belkis García Delgado destaca: «La fibrosis quística es un Programa de la Revolución. En estos momentos mi hijo se encuentra bastante bien, con sus consultas cada mes. La doctora es muy atenta, siempre que lo necesito la llamo incluso a su casa».
La fibrosis quística se distingue por diarreas crónicas, malnutrición y aumento de la sudoración, por lo que los pacientes se pueden deshidratar durante el verano. Su intensidad o gravedad depende de la variación genética y entre sus complicaciones se encuentran también la bronquistasia, fibrosis pulmonar, cirrosis hepática, obstrucción biliar y diabetes mellitus.
«Nos garantizan el taxi para trasladarnos hacia el hospital, así como los medicamentos. Recibimos además una dieta especial que incluye leche, azúcar, harina, galletas, carne, etc., alimentos subsidiados por el Estado», agrega Belkis García.
Al ver a Abdel convertido en un adolescente, recuerdo que su doctora Iliana Bouza Denis, especialista de Segundo Grado en Pediatría y Máster en Atención Integral al Niño, me hablaba en aquel momento de los avances en el tratamiento y la asistencia médica de dicha enfermedad cuya expectativa antes se limitaba a menores de 15 años.
Hoy este joven de Pedro Betancourt estudia en la Escuela Secundaria Básica"28 de Octubre", juega fútbol en sus ratos libres y quiere convertirse en Contador. Él reconoce cada una de las garantías que le ofrecen a través del Programa Nacional de Fibrosis Quística, una enfermedad de millonarios, por los enormes gastos que supone su tratamiento.
«Me siento bien en la consulta. La doctora es muy buena y siempre nos atiende como debe ser. Agradezco al gobierno, al presidente por este logro de la Revolución», confiesa.
Llega la hora de despedirme y otra vez atesoro las confesiones, las sonrisas, el abrazo. Mientras hilvano las ideas para mi crónica este 10 de diciembre me acompaña la certeza, de que la salud de niños y jóvenes como Abdel es un derecho humano que en Cuba no se cobra, se defiende.