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De falta de higiene, irresponsabilidades y otros demonios

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Musgos y líquenes “adornan” su fachada por la antigua entrada principal. Aguas albañales fluyen con naturalidad sin encontrar resistencia, mientras un permanente hedor contamina el aire. El verde se despojó de “esperanzas” y adquirió tono alarmante. Por detrás del edificio, casi en paralelo, latas, nylon, hierbas y escombros son componentes de un “microvertedero” en ascenso.

Las descripciones corresponden a los entornos del Hospital Provincial Gineco-Obstétrico José Ramón López Tabrane, una de las principales instituciones de Salud en Matanzas. Descuido de entidades, conductas irresponsables, indolencia, pérdida de valores y cero percepción de riesgo, confluyen para que el centro asistencial muestre un paisaje tan putrefacto en sus alrededores.

El salidero de aguas negras, causante de múltiples caídas y ambiente propicio para la proliferación de peligrosos vectores, perdura en el tiempo ante la vista de todos. Una extensa área con coloración verdosa delata la longevidad del problema. Algunos refieren un intermitente actuar tras múltiples quejas, soluciones a medias para callar reclamos, convertidas en parches temporales en meses de existencia. 

Mientras la “papa caliente” pasa de mano en mano y las responsabilidades se sortean, la higiene del centro asistencial se muestra deteriorada en sus exteriores. Pero al menos, el “salidero” acapara miradas y rechazos. El microvertedero, por su parte, cursa invisible. Quizás, por lo común de chocar contra muchos de su tipo dispersos por Versalles o cualquier otro Consejo Popular de las Atenas de Cuba.

No importa si es la pared trasera de la escuela Mártires del Goicuría, un lugar de expender alimentos, una iglesia o los alrededores del hospital que alberga a mujeres embarazadas y neonatos. El problema es sacar los desechos sólidos de casa. Da igual si favorecemos la proliferación de epidemias, si ensuciamos la ciudad o perjudicamos el medio ambiente.

A un lado quedaron los sustos de una pandemia, el dolor por las pérdidas, el miedo a la muerte. Parece como si se olvidase la covid, y junto a ella, las medidas higiénicas que tantas vidas salvaron, la percepción de riesgo, la necesidad de cuidarnos y la voluntad de preservar la vida. 

Y no, el coronavirus no es el único enemigo silencioso e invisible. Dengue, chikungunya, fiebre amarilla, Zika, leptospira, rabia… son enfermedades igual de letales, que encuentran en la falta de higiene el ambiente ideal para multiplicarse.

A eso, súmesele que desde la primera jornada de junio comenzó la temporada ciclónica, y el vertimiento de desechos sólidos tupe desagües y propicia inundaciones. 

No obstante, aun cuando muchos se desligan de responsabilidades y usan espejuelos oscuros para no ver lo que salta antes sus ojos, otros prefieren actuar y denunciar el problema ante oídos que no sean sordos.

La higiene exterior del hospital materno matancero tiene muchas aristas y muchos culpables, que no son solo instituciones y empresas matanceras. Los microvertederos no crecen solos. Los alrededores de un hospital no se llenan mágicamente de desechos sólidos. 

Son tiempos difíciles que requieren de actuares más responsables, sobre todo cuando con ese comportamiento se pone en riesgo la salud del ser humano y con ella lo más valioso: la vida.  

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