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Laudelino Fernández: “Hasta que se extinguió la última llama”

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Laudelino, Jefe de Servicio de Emergencias y Urgencias Médicas, apenas durmió mientras duró el siniestro en la base de Supertanqueros.

“Primero llegaron los quemados graves por las ondas de calor y después los intoxicados por los gases, en ese punto fue que interiorizamos la magnitud de lo que sucedía allá arriba, pero estábamos preparados”. Así lo recuerda Laudelino Fernández Medina, Jefe de Servicio de Emergencias y Urgencias Médicas, quién apenas durmió unas pocas horas en aquellos fatídicos cinco días que duró el siniestro en la base de Supertanqueros.

Bastó solo con mencionarle el motivo de la entrevista para que su rostro nos mostrara el impacto que todavía tiene lo vivido hace un año en un profesional con 41 años de experiencia en su rama.

—¿Cuénteme cómo reaccionó el personal del hospital ante la noticia de la explosión?

—Esto realmente fue una emergencia nunca vista aquí en Matanzas. Lo primero que activamos fue el consejo de emergencias y urgencias del hospital Faustino Pérez, en las que asumí las funciones de coordinador.

“En un primer momento nosotros no teníamos todavía la magnitud del problema, pero nos preparamos para un accidente con víctimas múltiples; es decir, con más de 20 o 30 personas, y finalmente recibimos 151 pacientes a intervalos durante los días que duró el siniestro.

“Tengo que destacar la organización y la profesionalidad con que trabajaron todos, pero principalmente la cooperación, el sentido de ayudar, la idea de que “yo tengo que estar ahí y es mi deber aportar”. Por poner un ejemplo, la doctora Yalía es de Jagüey Grande y llegó a las tres de la mañana, y venir a esa hora desde ese municipio denota que por lo menos hizo una gestión para poder estar aquí con nosotros en un momento tan difícil.

“Ahí estuvimos durante cinco días de frente a la situación, establecimos 21 equipos distribuidos en los diferentes lugares del hospital y, según la clasificación que recibíamos desde el terreno, trasladábamos a los pacientes hacia la sala donde debían ser atendidos.

“Esos equipos estaban constituidos por quemólogos. Intensivistas, emergenciólogos y mucho personal de apoyo. Nos fue de mucha ayuda el amplio espacio con que contamos en el servicio de urgencias, ya que nos permitió distribuir de manera más eficiente a los pacientes. Realmente el trabajo exigió una intersectorialidad importante, dada la magnitud del accidente.

“Los leves, identificados con el color verde, iban hacia el lobby del hospital; a los casos más complejos se les asignaba el color amarillo e iban hacia las salas de observación y entraban en la calificación roja y se quedaban aquí en cuidados intensivos. De este último tipo tuvimos un solo paciente, que lastimosamente fue el único que falleció aquí en el hospital, días posteriores a su llegada.

“Este sistema no fue para nada casual, nuestra provincia cuenta con un aeropuerto, una amplia zona industrial y equipos de maquinaria pesada en la agricultura, así que de antemano estábamos preparados en caso de darse un accidente de tal magnitud, pero ni siquiera así nadie espera nunca que lleguen a ocurrir”.

—Recuerdo la foto del pasillo de urgencias lleno de doctores, enfermeros y personal de apoyo, preparados para recibir lo que llegara. ¿Cómo vivió aquel momento?

—Yo asumí las funciones que me tocaban, coordinar la recepción de pacientes, y habíamos establecido un nivel 1 de actividad, que se traduce en poner a todo el personal del hospital en función de los accidentes del siniestro. Ahora no te puedo dar una cifra exacta, pero contando nada más a los médicos superábamos los 50. Así se puede imaginar la cantidad de personal que había.

“Algo que debemos agradecer es la voluntariedad que hubo ante el trabajo, ahí había médicos de medicina natural y tradicional, MGI, residentes y estudiantes de Medicina. Aquello fue algo increíble, le aseguro que todo el personal de la Salud que pudo estuvo ahí presente esos cinco días.

“¿Qué hacían todos estos voluntarios que llegaron?, pues cumplir funciones diversas: trasladar pacientes, camillar, reabastecer de recursos alguna sala e incluso limpiar. La gente se molestaba cuando no encontraba nada para hacer y venían a exigirme que les diera una tarea.

“Realmente la respuesta del personal de la Salud fue rápida y estuvo a la altura de las circunstancias. Como mismo el pueblo de Matanzas sufría el siniestro, se sentía aquí arriba en el Faustino. Muchos teníamos miedo, otros vivían o tenían familia en Versalles y por lógica debían estar preocupados, pero priorizaron su deber de estar dispuestos las 24 horas a salvar vidas.

—¿Contaron con toda la información y recursos necesarios?

—Tengo que reconocer que las comunicaciones nunca fallaron y que el aviso fue rápido. Los puestos de avanzada en la base de Supertanqueros nos mantenían informados minuto a minuto de la situación, para nosotros responder acorde a lo que hiciera falta en el momento.

“También tengo que reconocer el nivel de aseguramiento con el que contamos, las autoridades estuvieron todo el tiempo ahí con nosotros velando por lo que hiciese falta y debo incluir aquí también a todas esas personas maravillosas que donaron algo, de la relevancia que fuese: cremas, gasa y otros materiales para las curas de los quemados, hasta comida para reforzar la alimentación de los pacientes y del personal médico.

“En aquel instante todavía se sentían las consecuencias de la crisis económica post covid-19 y había escasez de medicamentos e insumos médicos. En un principio acudimos a la reserva del hospital para situaciones de desastre, pero después comenzó a llegar la ayuda y realmente todo estuvo garantizado. Hasta llegar al punto de poder decir que el país entero estaba ahí con nosotros, combatiendo el incendio de una manera u otra.

“Algo muy sensible que yo quisiera expresar siempre sobre lo sucedido, es el agradecimiento a la población de Matanzas. Contamos con el apoyo de mipymes, cooperativas, empresas y gente de a pie que vino a dar lo que tenía.

“Quedarán para la historia los gestos de quienes, sin exigir cámaras o evidencias de su ayuda, tuvieron ese gesto de traer algo, por poco que pareciera. Algunos médicos nos cuentan que boteros y taxistas los recogían en las paradas y los llevaban directo al hospital sin cobrarles, aquí mismo en Urgencias un hombre trajo pizzas para todo el servicio e incluso llegó una agente de telecomunicaciones que nos donó 10 tarjetas de recarga de teléfono al personal que estaba trabajando.

“Este tipo de acciones muestran la sensibilidad humana que despertó el incidente y esa mentalidad de unidad que tiene el matancero cuando la situación lo amerita. Yo siento que el pueblo era consciente de que quienes fueron a enfrentar las llamas lo hacían por la seguridad colectiva, y que por eso merecían todo el apoyo posible.

“Disculpe las lágrimas, periodista. Si me pongo así es porque lo viví, y le juro que nos sentimos acompañados todo el tiempo y creímos, verdaderamente, que lo que hacíamos era importante, aunque solo fuera nuestro trabajo.

—¿Cuán impactante fue para sus compañeros con menor experiencia?

—Creo que poco valen los años para enfrentarse a una situación así. Si a uno le cuesta recibir a un paciente en un estado crítico por algún accidente ocasional, imagínese recibir a 10, 20 o 30.

“Las quemaduras, los gritos de dolor y los rostros de los compañeros, de las familias… Fueron circunstancias muy duras en las que la principal exigencia era mantener la compostura y ser lo más útil posible.

“No salía de aquí y apenas dormía, y como yo hubo muchos que sintieron la responsabilidad de estar activos todo el tiempo que demandara la situación. Los últimos días vi a compañeros tomar un descanso. Aquí arriba se luchó duro y estábamos preparados para lo que fuera, incluso si ocurría lo peor que uno pudiera imaginar.

“Mi impresión general sobre lo sucedido es que los trabajadores del Hospital Faustino Pérez, los bomberos y el resto de personas que le dieron la cara al incendio, las autoridades del Gobierno y el Partido, y el pueblo de Matanzas en general, estuvieron a la altura de las circunstancias y dieron todo de sí hasta que se extinguió la última llama”.

Encuentre este y otros materiales en nuestro dossier:  Supertanqueros: Memorias del fuego

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