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Museo Provincial Palacio de Junco

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                                                       museo palacio

                                                            Museo Provincial Palacio de Junco.

Edificio construido en 1838. Perteneció a uno de los más ricos propietarios de Matanzas: Don Vicente del Junco y Sardiñas, dueño de grandes extensiones de tierra, de ingenios azucareros y negros esclavos.

En 1970, por el estado ruinoso en que se encontraba, el inmueble pasa al gobierno revolucionario. La Dirección de Patrimonio se encargó de su reconstrucción y ya en 1980 abrió sus puertas, como museo, para toda la población.

Forma parte del conjunto de edificaciones del siglo XIX que se encuentran en los alrededores de la Plaza de la Vigía, declarada Monumento Local el 31 de diciembre de 1981.

Historia

El triunfo revolucionario del primero de enero de 1959 significó una transformación profunda en los terrenos político y económico, pero también lo sería en el ámbito cultural.

Aún cuando el primer trimestre de ese año estaría signado por asuntos inaplazables -frenesí popular ante la victoria, cambios administrativos, aplicación de justicia a los criminales del batistato, análisis legislativo de emergencia- es asombroso constatar cómo las nuevas autoridades encontraron tiempo para, en menos de nueve meses, cumplir un sueño por el cual el pueblo matancero había batallado infructuosamente, sobre todo durante las seis últimas décadas: la fundación de un museo histórico en la ciudad.

Israel Moliner Rendón, que desde 1939 había clamado de forma ininterrumpida porque Matanzas tuviese una institución museal que recogiera su historia, muy pronto logró contagiar con su entusiasmo a la flamante dirigencia. A fines de mayo se trasladaba a La Habana para entrevistarse con la Dra. Vicentina Antuña, entonces Directora de Cultura del Ministerio de Educación, para reclamar las piezas patrimoniales que por razones obvias se conservaban en el Museo Nacional.

El 5 de junio, la Administración Municipal emitió la resolución número 28 mediante la cual creaba el museo histórico y una biblioteca anexa. Israel Moliner, designado director del centro aún en germen, intensificó su campaña solicitando la contribución del pueblo en tribunas públicas orales y escritas. El ansiado museo ampliaba y conformaba sus fondos con increíble celeridad. Se programó inaugurarlo el 26 de julio. La proximidad de la efeméride exigía definir con prontitud un espacio y entonces se pensó en algunos sitios posibles.

El 6 de septiembre de 1959, a las 10:00 a.m., abrió las puertas la institución museal ocupando una parte del Teatro Sauto. En el mismo edificio radicarían también la biblioteca “Enrique Hart Dávalos” (especializada en historia matancera) y la Oficina del Historiador de la Ciudad.

Ubicación

El museo, ubicado en el ala derecha de la planta baja, ocupaba dos salones. Uno exhibía obras de arte y el otro, denominado sala Miguel A. Beato Forn, reunía objetos de valor histórico relacionados con múltiples asuntos, como la masonería, la religión, los mártires del período pre-revolucionario, personalidades notables como Carlos de la Torre, entre otros. Una pieza importante expuesta fue el primer tomo de las actas capitulares de Matanzas.

El público tenía acceso a la exposición durante las tres jornadas principales del día: por la mañana, de 9:00 a 11:00 a.m; por la tarde, de 2:00 a 5:00 p.m; por la noche, de 7:30 a 10:00 p.m.

A un mes exacto de su apertura, habían desfilado por aquellas salas unas 9 mil personas. Un 30 por ciento de los visitantes eran niños. Los fondos museables continuaron creciendo con el concurso de la población. En el último trimestre de 1959 se recibieron 150 objetos, suministrados por 33 donantes.

En mayo de 1960, a un año exactamente de haber comenzado el proceso de recolección, el total ascendía a 1245. En esa misma fecha apareció el primer número de la revista Museo, dirigida por Moliner.

En sus cinco años de vida, la publicación realizaría una labor notable de divulgación cultural, con especial énfasis en los temas históricos y patrimoniales, sin desvincular los asuntos de la realidad transformadora que protagonizaba la Revolución.

Primeras publicaciones: Entre 1959 y 1964, la institución patrocinaría también la publicación de varios folletos, integrantes de una colección titulada “Cuadernos de Historia Matancera”, la cual incluía diversos aspectos del quehacer local. Por este esfuerzo editorial vieron la luz los siguientes títulos:

  • “Matanzas, la ciudad cubana de los sobrenombres”, de Francisco J. Ponte Domínguez.
  • “Un modesto obrero de la ciencia: Don Francisco de Jimeno y Fuentes”, de Ricardo Vázquez Pérez.
  • “Apuntes históricos de Matanzas”, de José Mauricio Quintero.
  • “El Aura Blanca”, de Gertrudis Gómez de Avellaneda (2 ediciones).
  • “La imprenta en Matanzas”, de Israel Moliner
  • “Historia del Palmar de Junco”, de Israel Moliner
  • “Sauto, historia de un teatro” (2 ediciones), de Israel Moliner
  • “Antecedentes históricos de la Ermita de Monde Israel Molinerserrate”, de Israel Moliner
  • “Leyenda del Yumurí”, de Israel Moliner.

Nueva posibilidad

El constante aumento de los fondos fue constituyendo un serio problema de conservación en un espacio tan reducido como lo eran los dos salones ocupados por la exposición museal en el Teatro Sauto.

El asunto preocupó tempranamente a las autoridades y al respecto se hicieron determinadas gestiones. Una posibilidad se abría en 1963 al trasladarse la Biblioteca “Gener y Del Monte” hacia la sede del antiguo Casino Español, porque entonces quedaba libre el edificio de la calle Medio, esquina Matanzas, sitio de sólida armazón constructiva, amplio y cargado de historia cultural.

Hacia allí fue trasladado el museo en septiembre. Este cambio espacial le permitió aumentar el número de sus salas a cinco; entre ellas una de Armas, una Colonial y otra de Epigrafía. La riqueza de piezas posibilitó disponer de un nutrido grupo de exponentes que tenía relación directa con personalidades de la cultura y la política regional, como José Jacinto Milanés, Carlos de la Torre y Huerta, Miguel A. Beato Forn, José Antonio Cortina, José Martí, Eliseo Giberga, la familia Guiteras.

Otras exhibían abanicos, monedas, bastones y objetos pertenecientes a los mártires caídos durante la dictadura batistiana o en el combate de Playa Girón.

A partir de 1968 el museo cerró sus puertas y no volvió a abrirlas hasta el 1ero de enero de 1973 cuando fue reinstalado nuevamente, ahora en la esquina de las calles Contreras y Ayuntamiento, en el ala izquierda del histórico edificio del Palacio de Gobierno.

En esta oportunidad sus colecciones se distribuyeron en 8 salas y la exposición ofrecía al visitante un intenso panorama histórico que iniciaba en 1693 con los hechos referidos a la fundación de la ciudad y concluía en abril de 1961 con la derrota propinada a los mercenarios invasores en la península de Zapata.

Cinco años más tarde la institución fue clausurada otra vez. En esta ocasión la medida administrativa obedecía a una razón práctica. Desde un tiempo atrás venía trabajándose en la restauración del palacete de la familia Junco, construido en la primera mitad del Siglo XIX, en la Plaza de la Vigía. La idea del gobierno era instalar el museo en esa edificación.

Los trabajos constructivos concluyeron en 1979 y entonces se trasladaron las piezas hacia su próxima sede. Enseguida se comenzaron los previos procesos museográficos, orientados por la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural. Las piezas que se concentrarían en el Palacio de Junco no iban mucho más allá de un centenar.

Fue preciso entonces iniciar una campaña a nivel de pueblo para cubrir una exposición que se proyectaba en un inmueble de tres plantas y con el propósito de abarcar todo el proceso histórico de la provincia desde la etapa primitiva hasta culminar en 1974 con la fundación de los Órganos del Poder Popular.

El 14 de diciembre de 1980 se abrieron al público las dos primeras plantas; el 28 de enero de 1981, la tercera. El pequeño museo fundado en 1959 se transformaba en una gran institución de carácter provincial y con funciones de Centro Metodológico. Contaba con 15 salas de exposición permanente y una transitoria.

Su personal especializado lo componían 4 conservadores, 4 museólogos y un director. Se estructuraba en tres departamentos: Conservación, Animación, Cultural e Investigaciones.

En la década de los años ochenta el centro se convirtió, de hecho, en el núcleo básico de la vida cultural de la ciudad, adelantándose a las otras instituciones coetáneas en iniciativas creadoras y en la movilización total.

Fue la etapa en que apoyó el proyecto de “sábados culturales”, fenómeno aglutinador de artesanos y artistas; dirigió y organizó la celebración del “Día del matancero ausente” y creó “El rincón lírico”, espacio musical sabatino por donde han pasado intérpretes locales, nacionales e internacionales de mucho mérito.

Se establecieron así mismo, los periódicos homenajes a instituciones y personalidades de la comunidad y las peñas infantiles dedicadas al público menor en edad, para quienes se programó también el festival anual “Ya sé leer, escribir y calcular”.

En 1987 se instauró la “Tertulia de Carilda”, dirigida por la autora Al sur de mi garganta. Se trata de un encuentro trimestral con poetas, escritores, Loynaz, Miguel Barnet, Roberto Fernández Retamar, Rosita Fornés, Esther Borja, Jesús Orta Ruíz y numerosos escritores latinoamericanos integrantes del premio Casa de las Américas, como La poetisa Idea Vilariño, entre otros.

Una de las últimas iniciativas exitosas es la peña “Invitación entre Puentes”, conducida por el periodista y promotor cultural Fernando Rodríguez Sosa. El Departamento de investigaciones, fundado en 1981 por el Profesor e Historiador Raúl Ruiz Rodríguez (1941-2004), ha realizado una labor que pudiera situarse entre los aportes más serios que han hecho este Centro a la cultura del país.

En sus 28 años de existencia ha desempeñado en la historia de las colecciones más significativas y sus integrantes han publicado una treintena de libros contentivos de estudios monográficos sobre procesos históricos, personalidades o instituciones matanceras, por los cuales sus autores han recibido premios importantes: “Primero de Enero”, “Uneac”, “Julio”, “Pinos Nuevos”, “Premio de la Crítica” y otros.

Entre 1990 y 1992 se participó en un proyecto muy valioso: la elaboración de la historia del municipio y de la provincia de Matanzas.Además, por los resultados investigativos, el Museo Provincial mereció premios en los Encuentros Nacionales de Investigadores del Patrimonio Cultural correspondientes a 1981, 1983 y 1986.

Asimismo, en varias oportunidades obtuvo el Premio Anual de Investigaciones del Ministerio de Cultura y en 1999 el Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba.

Adjunto a este departamento el 16 de octubre de 1986 se creó el Centro de Información, especializado en Historia de Matanzas. En 1990, la sección inventario fue separada de Investigaciones, convirtiéndose en un departamento autónomo.

Fue el primero de su tipo constituido dentro de un museo en el país. Durante una década, sus objetivos básicos han sido la búsqueda, recepción e investigación de bienes museables, la elaboración de expedientes científicos, el estudio y ordenamiento de las colecciones, así como el desarrollo de todo el sistema de documentación general, que incluye préstamos externos. En los últimos años le ha dado prioridad a la computarización del inventario de todas las instituciones museales de la provincia.

El Museo “Palacio de Junco” ha auspiciado numerosos certámenes científicos, entre ellos: Primer Encuentro Nacional sobre Historia de los Museos Cubanos, en 1990; “150 Aniversario de la Conspiración de la Escalera ”, en 1994; Conferencia sobre el Centenario de “Mi bandera”, de Bonifacio Byrne, en 1999.

Entre 1996 y el 2000 organizó con frecuencia bienal el Taller Internacional “Museología y sociedad”. Convoca, desde 1984, a un concurso de Historia que en sus inicios se nombró “Pedro Antonio Alfonso” y a partir del 2005 pasó a denominarse “Raúl Ruíz Rodríguez”. Dicho certamen tiene el propósito de estimular las investigaciones sobre temas regionales.

En 1988 se hizo un esfuerzo por revivir la revista Museo en su segunda época, pero por las afectaciones del “período especial” solo se consiguió sacar a la luz el primer número.

Funciones metodológicas

Como Centro Metodológico ha desempeñado innumerables y fructíferas funciones. Entre 1981 y 1982 ejecutó el montaje de los museos municipales de Limonar, Perico y Calimete.

Desde esa fecha hasta el 2008 ha colaborado en la reinstalación de las instituciones museables de la provincia que lo han requerido, además de ofrecerles, periódicamente, asesoramiento y ayuda en otros aspectos museológicos, incluidos adiestramientos especiales.

Recepciona y transmite las orientaciones del Centro Nacional e inspecciona el posterior cumplimiento de las mismas. Ha sistematizado el proceso de ejecución de muestras mensuales y exposiciones transitorias mediante planes anuales y talleres de análisis crítico.

Lo cual constituye una experiencia valiosa, que servirá de modelos a otras provincias. Ofreció sus especialistas como profesores para la Escuela de Museología que se constituyó en Matanzas entre 1984 y 1986. Mantiene un sistema de cursos y postgrados para la superación del personal técnico.

El Museo Provincial Palacio de Junco llega a su cincuentenario habiendo mantenido la confianza de la población como custodio y salvaguarda del patrimonio regional.

Ese sólido prestigio, ganado durante cinco décadas por un trabajo profundo en la recolección, conservación e investigación de los bienes culturales, se ha hecho patente asimismo en el reconocimiento del Partido Comunista de Cuba, el Gobierno, la Central de Trabajadores de Cuba y otras organizaciones del territorio. Lo que viene es otra historia, que deberá desenvolverse con la misma profesionalidad y pasión mostradas en este medio siglo de vida.

A pesar de las crecientes dificultades económicas del país en las últimas décadas, el prestigio profesional de la institución no declinó. En buena medida esto se debe a la eficiente labor comunitaria desplegada desde 1959, intensificada a partir de 1980, y que se ha revertido en el trabajo de rescate del patrimonio local, en los resultados investigativos de extraordinaria trascendencia y en el sostenido empeño de las actividades de animación cultural con múltiples sectores profesionales, preferentemente con estudiantes y obreros.

La tarea ha sido ardua e intensa durante medio siglo pero ha tenido su recompensa moral. A la postre, la sociedad matancera reconoce en el Museo Provincial palacio Junco su función de memoria histórica, la misión de salvaguarda patrimonial y la capacidad para satisfacer las demandas espirituales de un conglomerado humano diverso en edades, gustos, aficiones e inquietudes.

Al recorrer sus salas de exposición podrá sostener un encuentro con los más de 10 mil años de desenvolvimiento de Cuba, cuna de literarios y artistas, de patriotas y científicos, de educadores y deportistas; hombres y mujeres que han sellado con su impronta el acontecer cubano e internacional, cuenta con 17 salas de exposición que en un ambiente íntimo le permitirá apreciar:

  • Un conjunto de piezas de arqueología cubana: enterramientos, vasijas, instrumentos de trabajo y objetos rituales.
  • La evolución histórica de la ciudad de Matanzas, conocida como la Atenas de Cuba.
  • El desenvolvimiento económico del siglo XIX con especial énfasis en la industria azucarera y la esclavista.
  • Testimonios de las luchas políticas y sociales de los siglos XIX y XX.
  • Muebles y obras de arte que atestiguan el modo de vida y el gusto de una época y una clase social.

Exclusividades del museo

  • Un collar aborigen de dientes de foca.
  • La barreta con que fueron descubiertas las Cuevas de Bellamar.
  • La pieza lapidaria más antigua de Matanzas.
  • Dos esculturas típicas de comercios norteamericanos de expender tabaco
  • Un cepo, instrumento para la tortura de los esclavos.
  • Los restos de un negro cimarrón
  • El machete del Mayor General Pedro Betancourt y la pistola de Juan Gualberto Gómez.
  • Un arcón del Siglo XVIII.
  • Una colección de relojes de los Siglo XIX y XX.
  • El único ejemplar de aura blanca, que dio lugar a la leyenda de la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda.
  • Las libretas de notas del gran malacólogo cubano Don Carlos de la Torre.
  • Sillón, bastón y otras pertenencias del Poeta Nacional Bonifacio Byrne.
  • La mejor escultura del rey español Fernando VII.
  • La mesa en la que se firmó el traspaso de la soberanía española a la norteamericana en Matanzas.
  • Pertenencias de los asaltantes al Cuartel Goicuría ubicados en la sala de extensión.
  • La única momia cubana expuesta en un museo.

Además de la exposición permanente los visitantes podrán apreciar otras con carácter transitorio y una muestra mensual de sus colecciones. Participar en conferencias, Cursos de Postgrado, coordinar homenajes, asistir a peñas juveniles, espectáculos folklóricos y el programa mensual “Entre puentes”. Y la Oportunidad Excepcional: La tertulia de Carilda Oliver Labra, una de las grandes voces poéticas de Hispanoamérica.

Fuentes

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