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Yaudel Rodríguez: un profeta en su tierra

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Yaudel Rodríguez Vanto en su proceso creativo para la radio. Foto tomada de su perfil de Facebook

Yaudel Rodríguez Vento ama a la radio casi más que a sí mismo. De ella conoce todos sus secretos, por eso no sorprende verlo en sus disímiles facetas: tras un micrófono, con la última noticia, empastando voces y efectos, escribiendo libretos o dirigiendo al colectivo de un programa radial. Aunque si le dan a escoger no lo piensa dos veces en decantarse por la locución.

Comunicador social, diplomado en Periodismo, locutor y director de programas, realizador de sonidos. Yaudel se ha convertido en una suerte de hombre-radio, que contradice el viejo refrán de que “nadie es profeta en su tierra”, porque justo allí, en sus orígenes, es donde más se le quiere.

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“Soy una persona muy aferrada a sus tradiciones, a Cuba, a ese pedazo de niñez detenida en la parte del sur de la provincia, en el municipio de Unión de Reyes, en mi pueblito de San Antonio de Cabezas, pero también soy un eterno defensor de la familia.

“Como cualquier niño de una zona rural, tal vez hubiera podido soñar con las profesiones más cercanas que tenía: maestro, médico, pequeño agricultor; sin embargo, mis sueños distaban muchísimo de esta realidad. Fui un niño que invariablemente siempre soñó con ser locutor de radio. 

“¡A mí nunca me ibas a ver jugando con una pizarra ni con una guataca ni con un recetario!. Siempre estaba debajo de un naranjo que había en el traspatio de mi casa, en San Antonio de Cabezas, con un palito que usaba como micrófono y jugaba a ser locutor de radio. Todas las tardes me ponía a hablar solo debajo de esa mata. 

“Tanto fue así que mis abuelos por parte de madre se preocuparon muchísimo por mi cordura, y mis padres me llevaron al doctor José Hernández, reconocido pediatra matancero. Cuando me entrevisté con el doctor, yo tenía apenas siete años y le conté mi pasión. El médico me preguntó que si no me interesaba que me compraran otro tipo de juguetes, y mi respuesta no se hizo esperar: ‘Dígale que no gasten más en juguetes y mejor que reúnan bastante para que me compren una emisora de radio’. 

“Algunas personas le dicen a mi mamá: ‘Tú no pariste un niño, lo que pariste fue un radio’, y mi mamá se ríe…

“Isis Martínez, una locutora con la que trabajé muchísimo, me decía que lo mío con la radio era una aberración”.

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Han pasado 21 años desde que Yaudel pisó por primera vez una emisora radial, y mientras lo recuerda la nostalgia hace de las suyas. Un suspiro entrecortado escapa cuando se vuelca al 19 de diciembre del 2003: el inicio de todo.

“Fue en la antigua emisora Radio Güines, que ya no existe porque se convirtió en la planta matriz de la provincia de Mayabeque, y adquirió justamente el nombre de Radio Mayabeque. Atendía como corresponsal del municipio de Nueva Paz, y mi primera vez en el estudio fue para hacer la locución de un noticiero deportivo. Recuerdo que sudaba, pero tuve el apoyo de personas muy importantes que me ayudaron a formarme. Tengo que mencionar a Andy Eduardo Martín, que en paz descanse, a Carlos Luis Molina, José Antonio Rodríguez Mengana… 

“Así fue como llegué al periodismo y a la locución, porque las dos vinieron muy de la mano, aunque la locución la practicaba de manera empírica en la casa de cultura de mi pueblo natal, donde me invitaban a conducir festivales pioneriles y proyectos comunitarios”.

Vuelve la pausa. Emociones encontradas, proyectos que marcaron y ya no están, otros que se transformaron de sueños a realidades hacen colapsar el morral de las memorias. Apenas la mirada se pierde y le brotan recuerdos. Entonces viene a la boca Tiene sentido, aquella revista musical de orientación juvenil convertida en espacio radial y que tanto reconocimiento profesional y social le valió, y Jugando al duro, su colaboración voluntaria que permitió estrechar vínculos con Pancho Soriano, ese grande que le ayudó en demasía.

“Obtuve mi primer reconocimiento en 2007, con un reportaje que se llamó La maravilla de un proyecto, dedicado al círculo de abuelos del municipio de Nueva Paz, con él fui premio en el festival provincial de la radio de la antigua provincia de La Habana. Dos años después fui reconocido como el mejor corresponsal deportivo del país, con un trabajo que dediqué a un pícher que ya no existe entre nosotros físicamente, pero que permanece en el recuerdo: Hugo Cruz.

“Desde que descubrí el periodismo y la locución, ambos han penetrado tanto en mi vida que creo que los voy a llevar conmigo hasta el último aliento, no he podido desde entonces mirar al mundo con otros ojos que no sea con los de periodista, y me siento muy orgulloso de ello”. 

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“El reto que engloba dirigir una emisora de radio local como lo es Radio Unión… Mira, después de casi seis años de creada ya es un poco más fácil. Lo difícil fue el día cero: llegar aquí y encontrar cero papel, cero documentación… He sido el director fundador de Radio Unión, o sea, todo lo que te vas a encontrar aquí ha sido con muchísimo esfuerzo. 

“Estos han sido los cinco años más duros de mi vida profesional, de mayores retos y crecimiento. Por suerte he tenido un equipo en la Dirección Provincial de Radio en Matanzas que me ha apoyado, de lo contrario no hubiera sido posible.

“Provenía básicamente del sector artístico y asumir una responsabilidad administrativa, ¡uff! significó un cambio radical en mi vida, pero también la posibilidad de mirar la radio desde otra dimensión, de poder comprender mejor los procesos sustantivos inherentes a este medio de comunicación que amo. 

“En la radio yo he hecho de todo y sin medidas, y no me arrepiento de nada. A mí me gustan más los procesos creativos, lo que pasa es que entiendo la necesidad. Asumiré el reto hasta que encuentre a alguien que pueda hacerlo igual o mejor que yo, y si es así, pues sería maravilloso.

“La radio local posee un encanto: la posibilidad de hablar del problema de la gente viviendo el problema de la gente, por eso insisto en que debe ser más participativa, que los oyentes formen parte de las decisiones de la política y de la agenda editorial de la planta. 

“Yo no tenía necesidad de venir a trabajar para acá, para Radio Unión, porque estaba establecido en la cabecera provincial, sin embargo, el amor por mi municipio, por la tierra que me vio nacer, esa posibilidad de poder conjugar familia y trabajo me hizo regresar y, sin miedo a equivocarme, constituye una de las mayores satisfacciones que he tenido en el plano profesional.

“Me gustaría pedirle más años a la vida para poder dedicárselo a la radio. Más años con sagacidad, con la inteligencia suficiente y con la capacidad para hacerlo bien. No me concibo fuera del ambiente de los estudios, de las cabinas, de la transmisión, los micrófonos, los audífonos… Es mejor que me falte el oxígeno. 

“Soy todavía aquel niño que soñaba debajo del naranjo a ser locutor de radio. A veces me parece que sigo soñando, que tanta perfección no es real. Me siento afortunado de la vida porque me despierto todos los días  no para trabajar, sino para ir a vivir mi sueño”.

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