La CNN citó al secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, cuando dijo que el presidente Joe Biden había dado su autorización para derribar el globo en un lugar que no representara riesgos para la población.
A raíz del incidente con el globo de investigaciones meteorológicas de China, que a inicios de febrero entró de manera accidental al espacio aéreo de Estados Unidos y fue derribado por aviones de combate del Pentágono frente a la costa de Carolina del Sur, la retórica agresiva de Washington y su emporio comunicacional contra el gigante asiático ha ido in crescendo.
Aun cuando la respuesta de China no se hizo esperar luego del desafortunado incidente, aclarando que se trataba de un aparato de factura nacional, civil y usado para desarrollar estudios meteorológicos, la maquinaria mediática estadounidense comenzó a hablar de “espionaje” y “robo de información estratégica”.
La CNN citó al secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, cuando dijo que el presidente Joe Biden había dado su autorización para derribar el globo en un lugar que no representara riesgos para la población.
La agencia de noticias AP citó a autoridades de Defensa cuando confirmaban que un F-22 enviado desde la Base de la Fuerza Aérea de Langley había derribado el globo con un misil aire-aire AIM-9X.
Varias embarcaciones de la Armada y la Guardia Costera, incluido el USS Carter Hall, que está equipado con una grúa pesada para la recuperación, estaban cerca de donde cayó el globo para la recolección de escombros, reportó por esos días el diario The Hill.
De acuerdo con las autoridades de Pekín, el aerostato se desvió de su trayectoria debido a la fuerza de los vientos del oeste y su capacidad limitada para autodirigirse, lo cual fue un hecho lamentable que ocurrió “por un motivo de fuerza mayor”.
La parte china fue transparente en informar que se trataba de un aerostato de carácter civil y con fines científicos.
China también ratificó su disposición a dialogar con la parte estadounidense y aseguró que siempre cumplió con las leyes internacionales, por lo que no tuvo –ni tiene- intención de violar el territorio ni el espacio aéreo de ningún estado soberano.
Sin embargo, no fueron pocos los funcionarios estadounidenses que dijeron que un “presunto globo espía chino” había sobrevolado el espacio aéreo local durante varios días… y la noticia se esparció como pólvora por todo el mundo.
Analistas coinciden en que la entrada accidental de este aparato chino a Estados Unidos creó un nuevo foco de tensión bilateral, y que ha sido desproporcionado el uso de la fuerza militar por parte de Washington.
Además, consideran que el gobierno norteamericano debería abordar este incidente aislado de manera apropiada y por los canales diplomáticos, en lugar de alejarse del diálogo y la convivencia civilizada.
La agencia de noticias AP citó a autoridades de Defensa cuando confirmaban que un F-22 enviado desde la Base de la Fuerza Aérea de Langley había derribado el globo con un misil aire-aire AIM-9X.
A solo horas del derribo del globo, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, anunció la cancelación de un viaje a Pekín que había sido planificado después del encuentro de Biden, y Xi Jinping, en Bali, en la cumbre del Grupo de los 20.
Días más tarde, en su discurso sobre el estado de la Unión, el presidente Biden lanzó una seria advertencia: “Si China amenaza nuestra soberanía, actuaremos para proteger a nuestro país”.
El 17 de febrero el Pentágono dio por concluida la tarea de recuperación de restos del globo chino derribado a lo largo de su costa atlántica. “Las últimas piezas de los restos están siendo trasladadas al Laboratorio de la Oficina Federal de Investigaciones en Virginia para el aprovechamiento de contrainteligencia”, agregó la institución castrense.
El Pentágono también anunció el fin de la búsqueda de otras dos aeronaves derribadas, una frente a la costa norte de Alaska el 10 de febrero, y otra sobre el lago Hurón, en la frontera con Canadá, dos días después.
Estas búsquedas, realizadas junto con autoridades canadienses, resultaron infructuosas, se indicó en un comunicado.
Washington dijo posteriormente que la evidencia preliminar sugería que no formaban parte de un programa de espionaje chino más amplio.
El Departamento de Defensa estadounidense reconoció que el aerostato no representaba una amenaza militar o física para las personas en tierra.
No obstante, la agresividad en el discurso sobre China no ha disminuido ni en los medios ni entre los políticos de Estados Unidos, país que se aprovechó de este incidente para fomentar la paranoia contra Pekín.
Además, el discurso guerrerista se ha acompañado de acciones.
Así lo muestra el proyecto de presupuesto presentado por el Pentágono por 842 000 millones de dólares para el año fiscal 2024, que incluye 9 100 millones de dólares para la Iniciativa de Disuasión en el Pacífico; cuyo objetivo es hacer frente a la influencia de China en el Indo-Pacífico y reforzar el papel de Estados Unidos en la región.
En concreto, esta suma se destinará a la construcción de bases aéreas, el desarrollo de una nueva arquitectura de alerta y seguimiento de misiles, así como el intercambio multinacional de información y formación.
El ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, declaró la pasada semana que la política estadounidense hacia el país asiático “se ha desviado por completo del camino sensato y racional” y afirmó que la percepción y los puntos de vista de Washington sobre Pekín “están seriamente distorsionados”. Foto: Reuters
Washington se dice adalid de la libertad y la paz, pero en realidad continúa amenazando al que es hoy su principal rival geopolítico. No solo acusa a Pekín de usar globos para espiar a terceros, sino que también la amenaza para que no apoye a Moscú.
Las provocaciones constantes hacia China responden la estrategia estadounidense de “contención” al gigante asiático.
Washington ve a China como “el desafío más serio a largo plazo para el orden internacional”, como “una potencia con un alcance, influencia y ambición extraordinarios”; pero que posee una agenda de política interior y exterior “preocupante” para los intereses norteamericanos.
En ese sentido, Estados Unidos mantiene relaciones estrechas y acuerdos militares con gran parte de los países que rodean a China en el Pacífico (Japón, Corea del Sur, Filipinas y Vietnam, entre otros), además de Taiwán, y compite por mercados y posiciones económicas en otras áreas donde China actúa con fuerza, como América Latina y África.
Además, el alineamiento “a través del Atlántico”, erigiendo la alianza con la Unión Europea y la revitalización de la OTAN, es pilar clave de la política exterior estadounidense.
El ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, declaró la pasada semana que la política estadounidense hacia el país asiático “se ha desviado por completo del camino sensato y racional” y afirmó que la percepción y los puntos de vista de Washington sobre Pekín “están seriamente distorsionados”.
Denunció que Estados Unidos ha estado participando en la supresión de China en lugar de generar una competencia justa o basada en reglas. Washington “pretende contener y suprimir a China en todos los aspectos y llevar a los dos países a un juego de suma cero”, afirmó el canciller.
“Lo que llaman establecer límites y no buscar un conflicto simplemente significa que China no debe responder con palabras ni acciones cuando se ve difamada o atacada”, dijo Qin. “Eso es sencillamente imposible”.
China presentó recientemente un plan de doce puntos para buscar la paz en la guerra entre Rusia y Ucrania.
Al respecto, el canciller chino reiteró que su país no ha proporcionado armas a ninguno de los lados en conflicto, y aseveró que una “mano invisible” está impulsando la crisis ucraniana. “¿Por qué Estados Unidos exige que China se abstenga de suministrar armas a Rusia cuando vende armas a Taiwán?”, preguntó.
El diplomático reiteró que Taiwán es la primera línea roja que no debe cruzarse en las relaciones entre Washington y Pekín. “Si Estados Unidos no se detiene y sigue acelerando por el camino erróneo, no hay límites que puedan impedir que descarrile y entonces sin duda habrá conflicto y confrontación. ¿Quién asumirá las catastróficas consecuencias?”.
Agregó que “esa competición es una apuesta temeraria, cuando lo que hay en juego son los intereses fundamentales de dos pueblos e incluso el futuro de la humanidad”.
“Si Estados Unidos tiene la ambición de volver a ser grande, debe tener la visión inclusiva de permitir el desarrollo de otros países. Contener y reprimir a los otros no hará grande a Estados Unidos, ni mucho menos detendrá los pasos de China hacia la revitalización”, apuntó el diplomático.
