En tiempos de universidad siempre respondía que una vez graduado de periodista aspiraba a convertirme en corresponsal de guerra. Si bien con el tiempo no sentí el olor a pólvora ni presencié un conflicto bélico, me he visto bajo muchos fuegos intensos de ciertos detractores del ejercicio de la prensa, y hasta conservo una que otra cicatriz de alguna esquirla de esas que por lo general estallan producto de la incomprensión, y hasta la ignorancia.

José Antonio Echeverría es uno de los referentes del movimiento juvenil cubano. Autor: Archivo de JR

El 13 de marzo de 1957 en el entonces edificio de la CMQ, el líder estudiantil José Antonio Echeverría tomó sagaz el micrófono de la histórica emisora Radio Reloj y con un contundente «¡Pueblo de Cuba…!», comenzó a iluminar en sus palabras breves, pero sentidas, el camino soñado de libertad para Cuba.

Quienes hoy día mienten y acusan a Cuba de promotor del terrorismo no pueden tapar con un dedo la llegada de fechas como estas cercanas a la conmemoración, en esta tierra, del aniversario 64 del bárbaro atentado que el día 4 de marzo de 1960 volara el vapor francés La Coubre, anclado en el puerto de La Habana.

Ocurre ello porque la memoria de los justos es infalible y saca a la luz siempre quien es quien por encima de la perversidad y los infundios.

Con la premisa de continuar preservando la memoria histórica de la organización más antigua de Cuba, contribuir a la formación de valores en los estudiantes y “vivir la historia viviéndola” se celebró este martes en la Sala White el décimo aniversario de la Cátedra Historia de la FEU de la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas (UCMM).

En un panteón edificado en marzo de 1872, a la derecha de la capilla central del cementerio San Carlos Borromeo, descansan dos destacados personajes del siglo XIX matancero.

Se trata de don Francisco y don Pedro Hernández Morejón. El primero, dueño de varios ingenios, es comisionado en 1821 para perseguir malhechores en Sabanilla del Encomendador, ganándose el mote de “Pancho machete”. Vinculado a la política, resultó electo alcalde de la ciudad yumurina en 1823.  De nuevo, y con grados de teniente coronel, asume dos años después y repite en 1836.