Convivir en una de las reservas boscosas más grandes de Cuba tiene su encanto. Es lograr un equilibrio entre amores y desafíos, que incluyen una flora exótica y una fauna peligrosamente atractiva. Justo así lo pensó el Comandante en Jefe cuando hace 64 años decidió adentrarse en la Ciénaga de Zapata. 

Sin embargo, más allá de lograr una armonía con el paisaje, el líder, que hacía poco menos de 12 meses había atravesado la Isla con la caravana de la victoria, buscaba hurgar en costumbres, culturas y necesidades de quienes vivían en el extremo sur matancero.