Con tan solo 18 años, Terry Fox conoció el mal que le aquejaba: un sarcoma osteogénico que lo conduciría a la amputación de su pierna derecha. Tres años después adoptaba la decisión más importante de su joven vida: realizar una maratón —con la ayuda de su prótesis—, de un extremo a otro de su natal Canadá.
Pretendía así recaudar dinero para la investigación del cáncer y aunque al principio le fue difícil llamar la atención, el entusiasmo no tardó en llegar, e igual los fondos comenzaron a incrementarse. El chico corrió, a través de seis provincias, 5 mil 373 kilómetros durante 143 días consecutivos.