Los bomberos son seres de un alma profunda que han trabajado durante décadas, les debemos la vida y la felicidad. Hay que retribuirles, por tanto…
Hace ya más de un año de los sucesos del Hotel Saratoga. En poco tiempo se dieron varios siniestros que pusieron a prueba a los bomberos de Cuba y que establecieron las pautas de uno de los cuerpos más gloriosos de nuestra Historia. Más allá de los hechos y de la narrativa que los ha puesto justamente en su sitial de honor; tuve la oportunidad de entrevistar varias veces a miembros de esta especialidad. Uno de ellos estuvo envuelto en acciones de salvamento en las cuales le iba la existencia. Las descripciones en torno a la adrenalina y la sensación que trasmite cumplir con el deber son increíbles. Sin embargo, la sencillez, el aplomo, la humildad de su carácter matizaban todo ese arrojo, esa búsqueda de los límites. Cada bombero es una especie de león que observa la oportunidad de lanzarse para colocar a recaudo a personas en problemas. No solo en el caso de la explosión del Saratoga, sino en todo escenario; los trabajadores de los cuerpos de bomberos encarnan lo mejor de la condición humana.