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El cerdo, la medida de todo

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Como una cadena, los precios de la carne de cerdo tiran de los de otros muchos productos. Caricatura: Osval.

CÁRDENAS.- En una calle de esta ciudad se alinean varias carnicerías particulares. Los clientes llegan primero que el sol y hacen cola con la esperanza de alcanzar una buena pieza.

Mientras dura la espera, sin saber si aparecerá o no el almendrón que suele traer la carne de cerdo en el maletero, la gente saca cuentas. Los billetes, casi siempre reunidos con esfuerzo y cada vez de una denominación más alta, pasan de una mano a otra como las cartas de una baraja.

Cada libra de cerdo se cotiza como si se tratara de un animal en peligro de extinción, cazado para satisfacer el paladar de algún excéntrico millonario con antojo. Pero sucede que quienes esperan desde antes del amanecer son personas comunes, trabajadores, cabezas de familia que sufren mientras la inflación convierte su salario del mes en sal y agua.

Cuando el viejo auto clásico no aparece hay que marcharse a probar suerte en otro sitio. Si la mercancía llega, a veces es poca y se agota rápidamente. Por eso es tan importante madrugar. La misma escena se multiplica en todas partes. Mientras algunos exprimen su bolsillo para poner en la mesa del hogar al menos un bistec, otros, sencillamente, deben renunciar a lo que ya consideran un lujo.

“Yo no la consumo, porque no puedo pagarla. Está demasiado cara, no me alcanza el sueldo para eso”, cuenta la cardenense Yanet González Martínez. “Si vendieran la carne a un buen precio en los mercados estatales, el pueblo tendría acceso a ella”.

“La libra está a veces por encima de 200 pesos, según quien venda. Muchos no pueden comprarla, es un abuso para la familia cubana”, dice la camarera Niurka Mercedes González Rodríguez.

“Luego del incremento del salario, los precios también aumentaron y, claro, el valor del cerdo subió muchísimo. El Estado cubano debe actuar ante esta problemática y llegar a consensos con los campesinos productores para que toda la población pueda acceder al producto”, añadió.

Otra residente en Cárdenas, la dependiente gastronómica Arahí Andux Vega, apuntó que el salario es insuficiente a la hora de adquirir este alimento, “porque, además, son muchos los gastos en el hogar, especialmente la factura por el consumo de electricidad. A quienes abusan de la población poniendo precios tan altos se les debería multar y decomisarles la mercancía para ponerla en oferta.”

El precio actual del cerdo “es exagerado para cualquier cubano, muy por encima de sus posibilidades”, consideró Yanet González Gálvez, trabajadora de la industria alimentaria, quien reside en el consejo popular de Santa Marta, próximo al polo turístico de Varadero.

“Para una persona de la tercera edad que viva sola, con una jubilación que no supere los mil 500 pesos mensuales, es bien difícil sobrevivir y menos comprar carne. Un pernil puede costar más de seis mil pesos. Es abusivo. Esto es algo que las autoridades tienen que analizar y resolver urgentemente, no es algo que se pueda dejar para mañana”, dijo.

Es tal la demanda, que hasta en grupos de compraventa de Facebook, junto a las fotos de los zapatos, la ropa y los smartphones traídos “de afuera”, abundan las de cerdos rollizos de diferentes tamaños y precios, cebados concienzudamente, a sabiendas de que los últimos días de diciembre suelen ser los mejores para el negocio. En mensajes públicos o privados se fijan los detalles de la compra, la cantidad, el precio, el traslado…

La explosión de los precios no es un fenómeno exclusivo de las ciudades matanceras con mayor desarrollo económico, como Matanzas y Cárdenas, donde tradicionalmente se asume que buena parte de sus residentes tienen un mayor poder adquisitivo. En el campo, donde podían encontrarse ofertas más económicas, también bailan los números al son de la oferta y la demanda.

El joven Eduardo Reyes, quien se traslada continuamente entre la ciudad de Matanzas y el poblado rural de Carlos Rojas, en el municipio de Jovellanos, refirió que en esa localidad la mayoría de las familias mantenía su propia cría de cerdos apenas unos años atrás, pero hoy son pocos los que cuentan con el alimento suficiente para cebar.

“Recuerdo que en 2019, más o menos ocho de cada 10 casas en Carlos Rojas tenían cría de cerdos para comer o vender. Hoy en día si acaso dos o tres tienen todavía animales. En el pueblo el precio de la carne está más o menos igual que en Matanzas, entre 200 y 250 la libra, en dependencia del que la venda. Muchas personas de Cárdenas y Varadero llegan hasta Jovellanos con mucho dinero y, al hacer una mejor oferta de pago, imponen los precios”.

“Si el precio del petróleo sube en el mundo, afecta muchas cosas, lo mismo ocurre con el del cerdo en Cuba”, dijo el joven José Pablo Lleonart Garrote, quien en la ciudad de Matanzas también debe pagar muy caro el producto para su negocio familiar, el popular restaurante Detalles Lleonart.

“Cuando vas a comprarle a un vendedor un mazo de zanahorias y le dices que está demasiado caro, te replica que la carne de cerdo está por las nubes y él tiene que ganar más para poder consumirla. Es como si fuera la medida de todo».

“Esto –explicó– influye en la formación de precios del menú en un emprendimiento como el nuestro. Para adquirir el cerdo, nosotros tenemos que acceder al mismo mercado minorista que conocen todos los cubanos, hacer una cola y pagar los mismos precios, hoy muy inestables. Pero no solo está presente en un bistec, también se requiere para elaborar el jamón o el chorizo para una pizza. Todo eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de elaborar un platillo y fijar su precio”.

Lleonart Garrote afirmó que “para nosotros, un escenario ideal sería tener acceso a un mercado mayorista con estabilidad en los insumos que se necesitan para el funcionamiento del restaurante. No hay manera de mantener invariable una ficha de costo cuando los precios de productos como el cerdo cambian todas las semanas.

“Un simple ejemplo: el bistec de cerdo grillé a finales de agosto tenía un precio de venta de 200 pesos cubanos, pero ahora es de 485. Esta situación nos apena, sobre todo con aquellos clientes que son habituales en nuestro establecimiento, porque en pocos días, entre una visita y otra, los precios del mismo platillo pueden subir. Es una situación que, de momento, se nos escapa de las manos”.

Eduardo Miguel Jiménez Alfonso, director de producción y comercialización de la Empresa Porcina de Matanzas, comentó que en 2021 debido a la escasez de alimento que deteriora la ceba de los animales, todos los indicadores han sido afectados.

“Los números actuales quedan muy lejos de los de etapas anteriores. De un plan anual de cinco mil 701 toneladas, hemos dado a la industria solamente el 27 por ciento al cierre de noviembre último; sin embargo, hemos adoptado la estrategia de entregar la mayor cantidad posible a la red de comercio y gastronomía, con 529.5 t de las 403 t previstas para diferentes producciones, como embutidos.

“Aunque con intermitencias, la escasez del alimento comenzó en 2020 y se agudizó a partir de marzo de 2021. La empresa tenía un diseño que dependía de la comida que nos entregaba el país. Nosotros no sembrábamos. Se nos garantizaba la materia prima, como maíz (energía), soya (proteína) y otros elementos que integraban la formulación del pienso para cerdos.

“Es lo que cada uno de esos animales necesita, por sus características fisiológicas, para una ganancia media de 750 gramos por día como parte de la cría intensiva. Esa tasa de conversión hoy está baja, no supera los 280 gramos por día, porque el nivel de proteína es ínfimo”, explicó el también médico veterinario.

La Empresa cuenta con once unidades de producción y hoy están en explotación cinco mil 065 reproductoras.

Según Jiménez Alfonso, anteriormente las precebas se destinaban a los convenios porcinos, pero a raíz de la situación actual se decidió venderlas a la población en ferias que se realizan en los municipios, para que puedan cebar esos animales con esfuerzos propios. Desde el mes de mayo último hasta la actualidad se comercializaron por esta vía más de 62 mil cerdos.

“Los convenios porcinos que tradicionalmente existían no están vigentes hoy. Los productores han preparado sus tierras para buscar crédito de fomento agrícola y comenzar el próximo año. No hacemos nada con entregar un volumen de animales si no existe respaldo de alimento”, argumentó Jiménez Alfonso.

Sobre esta cuestión señaló que hoy se mantiene la masa porcina gracias a diferentes alternativas alimentarias, entre ellas el aprovechamiento de plantas proteicas como la moringa y la morera, a partir de la capacitación brindada por especialistas de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey.

“Entre las experiencias más representativas que podemos destacar está la siembra de maíz por parte de las formas productivas para entregarlo a nuestras industrias. Este cultivo tiene su etapa de cosecha y hoy todavía no lo tenemos. La alternativa que utilizamos ahora es el gran volumen de yuca, creamos un stock de yogurt elaborado con este producto para mantener nuestra masa.

“Hay que destacar el trabajo del municipio de Jovellanos, que ha sostenido en mayor medida las existencias de nuestros animales. Allí tenemos un polígono donde se preparan las tierras para sembrar maíz y yuca con el fin de mantener los animales.

“Nuestra empresa está lista, tenemos experiencia y las condiciones en nuestras unidades para cumplir nuestro objeto social, pero sin alimento es imposible cebar. Los productores se esfuerzan por evitar que se caiga el programa porcino”, aseguró. “Es válido lo que genere alimento para, al menos satisfacer en mayor medida la demanda, porque sabemos que el pueblo de verdad lo necesita”.

  • Cubadebate

 

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