Este 31de diciembre mientras despedíamos el año me vino a la mente algunos comentarios que circulaban cuando era niño, los que versaban con el fin del mundo en el 2000, en aquella época esa fecha me era tan distante que ni pensaba en ello, ni en la catástrofe que se vaticinaba.

En mi reflexión me percaté que todo llega y que no debemos desesperarnos, pasamos el 2000 y ya estamos a 22 años posteriores del anunciado fin del universo y todo se mantiene con sus altibajos. Tenemos que saber que el tiempo pasa irremediablemente y quienes abandonamos este largo camino  somos nosotros los mortales.

Cada inicio de año no trazamos metas, nos hacemos planes y compromisos de cambiar todo lo que hicimos mal, o no hicimos, pero la realidad es que casi siempre seguimos el curso de nuestras vidas de igual forma, el cambio no es difícil, los difíciles somos nosotros.

Usted, que no debía haber leído estas líneas, se ha puesto a pensar para qué pasar por la vida haciendo daño, acaparando riqueza que no se podrá llevar, pelearse con vecinos, amigos, compañeros de trabajo o estudio, y familiares, si de toda forma nuestro paso por el largo camino de la existencia es tan corto. Mejor no sería pasarla amigablemente.

Esta no es una meditación de vida, es un simple recuento del mal que nos hacemos nosotros mismos. No quiero que lo apliquen en sus vidas, es una cavilación propia y reflexiva que cada cual hace al inicio de año.

Sobre los cambios que me propongo realizar no diré nada, lo voy a guardar en secreto para ver si los puedo cumplir.