Un día, hace ya varios meses, nos levantamos con la indignante noticia de que algunos seres canijos, habían manchado bustos del Apóstol de nuestra independencia, irrespetando su sagrada imagen.
No es un secreto que las naciones y los pueblos, son como los seres vivos, mueren rápido si les destruyes el corazón. Cuba, desprovista de Martí, sufriría los estertores que acompañan a los que pierden la raíz y eso Fidel lo sabía muy bien, tanto lo sabía que no dejó morir el héroe en el año de su centenario ¨era tanta la afrenta¨ - así anunció en el juicio del Moncada- para luego agregar ¨ su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo¨
Hoy, cuando las antorchas se enciendan, en la escalinata de la Universidad de La Habana, junto al aire fresco de la noche, se volverán cenizas las esperanzas marchitas de quienes prefieren vivir ajenos a Martí.
Miguel Cruz Suárez