Yo a los 18 años no podía decir que escribía. Tal vez si lo interpretara como el simple acto de trazar letras en el papel, puede que sí, pero lo que se dice escribir, no escribía. En mis cuentos había de todo, menos coherencia: repeticiones, adjetivación vacía, lugares comunes e historias sosas. Corría el año 2015 y yo tenía 18 años.

18 años también tenía Luis Saíz Montes de Oca en 1957 cuando escribió la mayoría de los cuentos recopilados por Eldys Baratute en Los Antepasados, Ediciones Aldabón 2021. Textos equiparables en estilo a los de cualquier muchacho que empieza a escribir en un taller literario, con más deseos de contar historias que técnica para hacerlo, pero aun así es una representación magistral de su tiempo, siendo la prueba del gran escritor que recién comenzaba a despuntar.

Luis Saíz nació en la Habana un 4 de noviembre de 1938. Nueve días después de nacido sus padres se trasladan a San Juan y Martínez, provincia de Pinar del Río donde vivió su infancia. Ahí conoció al guajiro, al campo, a la Cuba rural que sostenía la opulencia capitalina sin ser dueña ni de la tierra que pisaba.

Visitó en tres ocasiones los Estados Unidos con sus padres, lo cual le permitió conocer de cerca el modo de vida norteamericano. Aborreció el capitalismo y a los ricos, que cual Nicasio Rombo, abrían sus bocas para masticar generaciones. El 21 de noviembre de 1955 matricula en Derecho e inicia sus estudios universitarios en La Habana.

Fue delegado de la Federación Estudiantil Universitaria y miembro del directorio Revolucionario. Su activismo político se ve reflejado en sus obras, en su visión marxista de la historia, en la defensa de los que no tienen nada, en creer que la tierra debería ser la esposa del guajiro y no la amante y en que nadie debería ser mercancía de nadie. Conocedor de ser uno más de esos locos cuerdos que soñaban con una sociedad diferente.

Luis Saíz se vio forzado a regresar a Pinar del Río en 1956, y un año después, un 13 de agosto, su activismo revolucionario le cuesta la vida, a manos de un sicario que no conocía la luz que apagaba, ni la obra literaria que le arrebataba a Cuba.

Estos 10 cuentos son el reflejo de un joven de su tiempo, historias sencillas pero repletas de una realidad aplastante. Los Antepasados más que un tributo es una deuda con un joven que murió defendiendo un sueño, y sus cuentos son una imagen de la Cuba de esos años desde la visión de un genuino revolucionario.