![Soto: el coraje y la pólvora](http://giron.cu/wp-content/uploads/2023/07/Soto-el-coraje-y-la-polvora-1-820x500.jpeg)
Soto observa a los niños con cierto sentimiento de ternura y a la vez con ese vértigo de cuando nos percatamos que el tiempo nos sobrepasa y, poco a poco, nos deja atrás y entonces la vejez comienza a pesar.
Quizás piense que con el transcurso de los años mucho ha cambiado. Ya no es el mismo país en que nació, porque los países son como los hombres, que pueden levantarse a sí mismos cuando se han dado de bruces contra el suelo. Ocurre siempre que los hombres que lo habitan tienen la dignidad suficiente para no contentarse con el sillón y el barro.
Mucho puede cambiar, pero los niños son los mismos. Tal vez los de ahora, los que están en esa aula, con sus uniformes rojos y blancos, y esperan que él hable, no padezcan las mismas penurias que aquellos que en su natal Mangos de Baraguá él veía en los bohíos donde llovía más adentro que afuera y ellos podían jugar a “chapoletear” en el fango dentro de su propia casa. Quizás las circunstancias hayan variado, gracias al empuje de muchas personas, como él mismo, pero los rapaces siempre tendrán esa alegría vital con la cual pueden iluminar un cuarto, una ciudad o un país con forma de caimán.