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Sin casa: la búsqueda de un alquiler

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Sobre los avatares para conseguir un alquiler en Matanzas trata la siguiente crónica de Lien Villavicencio Cabrera.

MI MADRE I

(Hace un mes)

Desde que empecé a hacer el traslado de carrera, mi mamá no ha podido dormir una noche completa. Piensa que en el nuevo lugar al que me llevan mis estudios lo único que hay son asaltos, asesinatos o robos. No conoce mucho fuera de su terruño, como muchos matanceros que nunca han salido de la órbita cerrada de la ciudad.

En la llamada que le hago todos los días antes de dormir, me dice:

—Eso del alquiler me tiene preocupada, Tata, yo he escuchado que allá son carísimos. ¿Cómo te voy a ayudar yo a pagar tanto dinero?

—Mamá, tranquila.  Tú vas a ver que vamos a encontrar algo bueno y barato.

¡Qué gran mentira le dije a mi madre aquel día!

ENREDOS

(16 días atrás)

Bueno y barato son dos palabras que se utilizan muy mal en Cuba. Los bares y restaurantes a menudo las emplean para atraer público y sabemos que nos mienten. La forma más simple de encontrar un alquiler “bueno y barato” es uniéndote a los miles de grupos que existen en Facebook: Alquileres baratos, Alquileres solo para cubanos, Alquileres por tiempo indefinido.

Los caseros y sus reglas no dejarán de sorprenderte. Te encontrarás con algunos que no aceptan mascotas ni hombres ni niños ni negros ni visitas ni estudiantes; en fin.

Las personas que prefieren trabajar desde sus casas crearon una red de grupos en WhatsApp para promover alquileres. A ellos les pagarás un monto de dinero que rondará los 250 CUP, para que te incluyan en dicho grupo y puedas ver las ofertas, casi todas en USD.

Estas búsquedas te incomodarán. Al final debes explicar las razones por las que buscas alquiler a una serie de personas desconocidas o simplemente a usuarios de la web. Siempre exagerarás un poco tus problemas, para que ellos se sientan comprometidos contigo, e intentarás ser lo más agradable posible. “Tú no sabes si por caerle bien a alguien te hace alguna rebaja”, dirá la gente.

Para entonces, ya serás un producto más de Facebook, una mercancía. Tendrás que venderte y proponerte en las redes sociales. Estoy segura de que escribirás en varios grupos: “Busco alquiler para una pareja de estudiantes de Periodismo. No precios caros, por favor”.

Pondrás, en negrita, las palabras “estudiantes de Periodismo”, para crear una atmósfera más seria y “culta”. Al final los espantas, nadie quiere metiches en sus hogares.

LOS CASEROS

(Finales de noviembre hasta nuevo año)

Tropezarás con una sola propuesta en moneda nacional. Llamarás y llamarás hasta que llegues a pensar que el teléfono es una extensión de tu cuerpo. Hablas dos veces con el casero que te envuelve en baba. A la tercera te dice que lo siente, pero que ya lo alquiló.

“Una muchacha me escribió antes que tú, me dio respuesta y es afirmativa. Lo siento, hija, te deseo suerte”; todo el mundo deseará que la tengas. En este punto te detendrás a pensar qué podría hacer un ser humano con tanta suerte y sin un lugar para vivir.

Otro caso fue el de Virginia. Si no quieres tropezártela, no busques alquileres en su barrio. Ella es lo más parecido que he conocido a una bruja. Dice que todos los días por la mañana se pone una máscara, porque su orisha Yemayá le ordenó que nadie podía saber cómo era en realidad. Es una vieja misteriosa, demacrada, adinerada y muy supersticiosa. Te va a mirar a los ojos y no va a dejar de hacerlo, te hará preguntas y tú tampoco podrás dejar de mirarla. Vive en el último piso de un edificio oscuro.

Todas estas situaciones conducirán a que pienses en los amigos, primos, parientes lejanos y gente que no ves desde hace 30 años y que quizás tengan un amigo, primo o un pariente lejano que alquile un cuartico o conozca a alguien que lo haga. Ese amigo del amigo de tu amigo te dice que sabe de alguien y te envía el número.

El posible casero te habla durante dos horas por teléfono. Pedirás a Dios que sea menos conversador cuando lo tengas de frente; pero, por fin, encontraste un lugar para vivir. Cuando lo conoces en persona comprendes que te tocó el casero más vulgar de todos, sucio, alcohólico y con unos ojos húmedos y desafiantes. Se hace el buena gente, pero te cobra bastante caro. No le importa que seas estudiante, camarero, maestro, cocinero, pintor o músico, él quiere dinero. Te pide un adelanto, supuestamente para hacer arreglos a la casa. Lo llamas dos semanas después y, como esperabas, todavía no ha reparado nada.

MI MADRE II

(Hace pocas horas)

Como es habitual en mi rutina de noche, llamo a mi madre. Algunas veces lo hago por inercia, otras porque tengo ganas de hablar con ella. Esta noche quiero contarle que ya tengo alquiler; pero no puedo, no es tan barato como le había prometido. (Por Lien Villavicencio Cabrera, estudiante de Periodismo)

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