En la memorable velada del ya lejano octubre de 1967, al usar de la palabra el Comandante en Jefe Fidel Castro pronosticó el fracaso de los enemigos por borrar la huella y el legado de Ernesto Che Guevara al expresar:

“Y ante la historia, los hombres que actúan como él, los hombres que lo hacen todo y lo dan todo por la causa de los humildes, cada día que pasa se agigantan, cada día que pasa se adentran más profundamente en el corazón del pueblo…”

Enclavado en la barriada yumurina de Versalles y comenzado a edificar en 1828, el soberbio cuartel de Santa Cristina, atendiendo a su elegante arquitectura y capacidad para 1 500 efectivos de infantería, era uno de los mejores de la Isla.

Con el fin de la dominación hispana en la República, el cuartel, siendo sede de la Guardia Rural, fue nombrado Ignacio Agramonte. Es así cuando el 1 de junio de 1911, el diario local El Moderado reflejaba la solicitud efectuada al mismísimo Presidente de la República, por el agente de pasajeros estadounidense George B. Washington, para que le fuera entregado el inmueble militar. Pretendía acondicionarlo como hotel, que reuniera las condiciones adecuadas, con un costo accesible y más económico, que los restantes de la ciudad.

Se estima que durante el Holocausto fueron asesinados alrededor de 11 millones de personas, entre judios, homosexuales, discapacitados, gitanos y civiles europeos. Mientras todo esto ocurría en el mundo, una niña escribía a escondidas lo que sería su legado, hoy conocido como El diario de Ana Frank. Nació el 12 de junio de 1929 en Fráncfort del Meno, Alemania.

Para leer este libro adecuadamente hay que saber tres cosas: ¿quién fue esa niña?, ¿por qué tuvo qué huir? y ¿qué contó en sus diarios?.

Sobre las ocho de la mañana del jueves 26 de junio de 1845, se iniciaba una de las mayores tragedias que recuerde la ciudad de Matanzas. Poco después y hasta las dos y treinta de la tarde tocaban sin cesar las campanas de la parroquia.

Desde la calle Ayllón, entre el café Rustán y la fonda El Ciervo de Oro, en la barriada de La Marina, se había desatado un voraz incendio que durante 11 horas redujo a cenizas 44 casas y una ciudadela, incluso relevantes establecimientos comerciales como la librería de José Deville, el café de Guillermo Jencker y las fondas El Ciervo de Oro y Recreo de los Vizcaínos. Vicente del Junco perdió casi 700 cajas de azúcar que almacenaba, mientras las paredes de su Palacete se mostraban calcinadas y agrietadas.

Prioridades informativas, efemérides y conmemoraciones

Junio en la Historia

En junio de 1894 es creada, en la ciudad de Matanzas, la primera Cruz Roja del país y de los dominios españoles, según lo estipulado en la Convención de Ginebra, donde había surgido, en 1864, la primera Cruz Roja del mundo, creada como institución neutral para asistir a enfermos y heridos en tiempos de guerra, desastres y otras eventualidades. La entidad matancera es alentada por iniciativa del periodista y escritor Ramón Palacio Valdés, secretario general de ese primer cuerpo, cuya estación sanitaria se ubica en la casa de San Juan de Dios No. 50.