Harley es la viva imagen de la felicidad. Este pequeño con Síndrome de Down salta, corre, se ríe a carcajadas y obliga a su compañero, el actor Javier Martínez de Ozaba, a seguir tan frenético compás. A su alrededor otros niños juegan, cada uno a su ritmo, y disfrutan de la interacción con los jóvenes de El Mirón.

Se trata de La Casita de Azulín, nueva propuesta de la compañía teatral matancera encaminada a acompañar, desde el arte, a los infantes neuroatípicos (aquellos que presentan algún tipo de alteración en su neurodesarrollo, como autismo, trastorno de déficit de atención, Síndrome de Down, entre otras) y sus familias. 

“Por un camino donde crecían muchísimas matas de piñón florido, Cocorioco llegó al pueblo…” Juana Amelia Moreno García narraba el cuento de Dora Alonso y los niños por un rato olvidábamos la atracción que suponía admirar el dedo pulgar duplicado de la bibliotecaria en la mano izquierda.

Aunque solo la escuché una vez, a poco más de dos décadas de distancia permanece en mi recuerdo aquella historia del hombre súper feo que reparó una casa destartalada, derribó el marabú del patio, sembró árboles y regaló los frutos a los infantes del barrio; uno de los textos que con mi grupo de primaria compartió aquella dama de los libros que ocasionalmente llegaba desde la ciudad de Matanzas hasta la escuelita rural de Paso del Medio.

“El artista tiene que estar muy conectado con la realidad y actuar en favor del arte”. Estas fueron las reflexiones del maestro argentino Facundo Martín Maidana Sandobal tras concluir su presentación de este cuatro de junio en la Sala White de Matanzas, junto a la Banda Provincial de Conciertos.

“A los jóvenes que se están formando hoy es necesario proporcionarles el conocimiento, el poder de reflexión, las herramientas críticas e instrumentales necesarias en su desenvolvimiento, para que hagan, no una obra mercantil, sino una que perdure. Esto comienza desde la educación artística y se transforma después en cultura”.  

Bibliotecas en Matanzas. Foto: Raúl Navarro.

Asumir la labor de promoción literaria hoy día constituye uno de los principales retos para cualquier biblioteca en tiempos donde la tecnología ha desplazado estos hábitos de consumo a otros espacios y formatos. Aprovechar por tanto las potencialidades de este contexto y sin perder de vista la estrategia encaminada a devolver la vitalidad a nuestras bibliotecas y su cúmulo invaluable de saberes representa hoy una prioridad para el sistema de bibliotecas en Matanzas.

Lo escénico de alguna manera atravesó el evento regional del Cieric, que se realizó en Matanzas el 25 y 26 de mayo. Allí expusieron su trabajo 10 proyectos finalistas, y otros más que concursaron y expusieron su inmersión en comunidades diversas, con propuestas disímiles.

Entre estas se hallaban lo agroecológico, la artesanía artística, el tema racial, el empoderamiento de la mujer, los jóvenes; la conexión con la cultura japonesa, la palabra como metáfora y transformación psicológica, el universo rural y sus conflictos, la ayuda al prójimo, las comunidades desfavorecidas, y la relación de arte como estímulo y dinámica sociocultural.

Lo escénico fue protagónico en muchos de los proyectos de la región occidental, con experiencias danzarias, teatrales y de la narración oral, en comunidades urbanas y rurales.